sábado, 29 de noviembre de 2008

DE GUEVARA LADRON

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaI

por las calles del Cusco andaba cierto hombrecillo cuyo nombre no me da la gana nombrar, pero que llevaba por apellido Ladrón de Guevara y demás palomas… le había dado el diablo a este ingenuo por su abolengo y vez que le picaba un bicho, le daba por gritar su árbol genealógico hasta llegar al mismísimo rey Midas.
Criado en una familia de regular pecunio, había aprendido desde la cuna el bobalicón a estimar mas de la cuenta su escudo de armas, que lo tenía bordado hasta en los calzones, siendo esto en pleno siglo XXI resulta a decir verdad ridículo hasta el aburrimiento, ostentaba tal escudo: cuatro divisiones, 1º torre en campo abierto, 2º cruz mayor en gules, 3º y 4º cuatro y cinco lirios en sinople respectivamente.
Cuenta cierto cronista que en época en que la república era solo un sueño y las espadas chocaban en defensa del honor, muchas familias, para teñir de añil su sangre criolla, inventaban títulos nobiliarios y escudo de armas, de los cuales la Real corona no había otorgado ninguno, hecho que era motivo de burla en la vieja España, pues cuando eran denunciados, el mas lego de los escribanos de la corte se reía de las inocentes combinaciones quiméricas que atropellaban todas las leyes de la heráldica y que la imaginación de los usurpadores les dictaba o les pegaba la grandísima gana de colocar; motivo por el cual viéndose la real corona presionada por los reinos de León, Castilla, y Aragón que eran los mas mentados en los pergaminos falsos, dicto el monarca real cedula en la que declaraba innobles y no reconocidos ciertos títulos y escudos que en esta parte del mundo se enarbolaban. Tales son las curiosidades que acontecían por aquellas épocas.


aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaII

Tuve la suerte, que siempre es caprichosa y extraña de tropezar en la biblioteca de un buen amigo e historiador conocido, con cierto documento que me dio las luces e inspiración para despertar mi pluma adormecida, tal documento es una misiva que mi buen amigo tuvo el finísimo gesto de poner en mis manos, no sin antes infinitas recomendaciones, ya que es un manuscrito dirigido nada menos que en 1698 al corregidor del Cusco desde la noble Navarra. El remitente a decir verdad, desconocido por estos lares deciase llamar Baltasar ladrón de Guevara y barragán, conde de puentesclaros y caballero de la orden de Santiago. Alguien poco avispado advertiría por su iracunda carta que era hombre de malas pulgas muy pegado a sus pergaminos y acérrimo defensor de ellos, para muestra transcribo al pie de la letra parte de la misiva: “… por lo que exijo de vuesa merced en nombre del Rey de garrote a esa canalla que usufructúan de mi nombre llamándose de los míos, por cuanto de lo referido doyles por desconocidos y ajenos a mis caudales y dejo por sentado que no hay de mi simiente ni de mis cercanos prole ni parentela en la lejana Indias.” Deduzco por lo explosivo de la demanda que alguien gusto emparentarse con el conde o con sus triquiñuelas a la fuerza se hizo noble.

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaIII

El tal muchachito este, andaba más erguido que un pavo real y como era su costumbre no perdía ocasión de (naturaleza humana!) mirar por sobre el hombro y cacarear su linaje a quien anduviera cerca, gracias a lo cual, uno que no se tragaba el cuento, de soberbio cabezazo le habia partido en diez el tabique, en otra ocasión otro con menos paciencia que un can con hidrofobia le dejo el cuero cabelludo mas cosido que el de un espadachín.
Le ocurrió lo que a todos nos ocurre; y se fijó en cierta muchachita la cual, con sonrisitas mas, sonrisitas menos le hizo saber que el también era de su agrado y como en apariencia no existía impedimento alguno se les dio por formalizar y hacer publico su romance.
Transcurrido no mucho tiempo y sin previo aviso llego de la ciudad de Arequipa Guillermo Guevara, que hacia dos meses había viajado a esa ciudad por asuntos que no son de nuestra incumbencia y venia a buscar a la novia que habia dejado, para luego encontrarla inmersa en otro tórrido romance. Aunque no le hizo gracia, no armo ese dia Guillermo pleito alguno, sino que se fue derechito y aplanando calles a su casa, hasta que transcurridas dos semanas cabales se hallaron la feliz pareja y el agraviado en el mismo lugar de baile, al reconocerse los tres, el desairado desdeño una sonrisa y murmuro algo que hizo erizar de cólera al galán de la tránsfuga muchacha, se le paro en frente y lo increpo.
-Que has dicho?, que has dicho pedazo de m…iserable? sabes quien soy yo? yo soy fulanito Ladron de Guev…- no pudo continuar porque en el instante en que se disponía a cantar su gastada melodía cayo desmayado por el puño de Guillermo mientras le decía
-me robaste a mi hembra, pero no me importa porque yo tengo mas, pero en algo tienes razón, porque siempre serás de un Guevara ladrón.
Yo solo opino que el tal Guillermo además de buen peleador podría ser un gran decimista.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaFrancis Oroz